Tomo pie en Giorgio Griziotti, Neurocapitalismo. Mediaciones tecnológicas y líneas de fuga [1], un libro que, en mi opinión, más allá de la filosofía-política y los nombres que inspiran al autor, e incluso más allá de un lenguaje que hubiera podido ser más claro y diáfano, merece, debe merecer nuestra atención, lectura y estudio (El primer capítulo, “Producir”, es excelente).
La primera pregunta, sobre Amazon (p. 235). Dirigida a todas nosotras (también a nosotros):
“En un libro de investigación muy interesante, el joven periodista francés Jean-Baptiste Malet (2013) reveló, después de haber conseguido que le contrataran en Amazon, cómo esta empresa se convirtió en el símbolo de la regresión real de las condiciones de trabajo obrero en países como Francia, Italia y Alemania a comienzos del siglo XXI.
A pesar de estas informaciones, de las denuncias y huelgas (sobre todo en Alemania), ¿por qué seguimos usando el sitio americano aún siendo conscientes de las condiciones reales de trabajo que allí se imponen? Si bien es verdad que tanto los precios como la oferta y la calidad del servicio son por lo general atractivos, ¿por que pagar un precio social tan alto para obtener este tipo de “eficiencia”?
Excelente pregunta: ¿por qué? ¿Por qué seguimos muchas de nosotras usando Amazon? ¿No deberíamos, por el contrario, promover una campaña de no uso, de boicot para hablar más claramente, que presione todo lo posible para ayudar a la lucha interna obrera contra las condiciones salvajes a las que muchas trabajadoras (también trabajadores) están sometidas? ¿ No era eso, no es eso?
La segunda pregunta, por el mismo sendero de rebeldía e incomprensión, es sobre Google (pp. 229-230). ¡Que el lenguaje inicial no eche para atrás! Leamos hasta el final:
“La bio-sumisión tiene por objeto orientar y transformar la ontología del tránsito en simple superficialidad y aceptación de la precariedad, donde la figura del emprendedor de sí mismo se presenta como única posibilidad. El tránsito ya no es filosofía de vida sino recorrido ficticio y entertainment continuo. En este espacio espectacularizado, la confrontación dialéctica se transforma en un maniqueísmo tan infantilizador como el lema de Google “ D on’t be evil” [No seas malo, no seas malvado].
El propio Google colabora desde hace años con la NSA [Agencia de Seguridad Nacional de EEUU] en el programa Prism de control global de las multitudes denunciad por Snowden y que fue puesto en marcha con el beneplácito de los gobiernos estadounidenses. La denuncia fue magistralmente presentada en el documental Citizenfour (Poitras, 2014)”.
Dejemos aparte el uso del término multitudes y recojamos la recomendación: Citizenfour. ¡Vale la pena!
¿Por qué seguimos entonces usando día y noche, e incluso fiestas de guardar y reposo, ininterrumpidamente, ese buscador que, ciertamente, infantiliza a la ciudadanía con sus lemitas de 2º de primaria y llega a acuerdos perversos con el gobierno USA sin que le importe un rábano la inconsistencia entre su pueril decir y su hacer tan masculino y plutocrático?
¿Tan imprescindible es “San Google para todas nosotras? ¿No hay alternativas? ¿Somos tan googledependientes?
Si fuera ese el caso, ¿no podemos construir-apoyar alguna alternativa? ¿Nada puede hacerse? ¿Vamos a permitir que una corporación así domine nuestros trabajos y nuestras vidas?
¿Unidas Podemos o no podemos realmente? ¿Tenemos que pasar por el aro, por el perverso aro, de las prácticas reales de estas corporaciones “malvadas”?
Notas.
1) De Ediciones Melusina, 2017. Traducción de Miguel Alonso.