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sábado, 6 de octubre de 2018

Las corporaciones digitales que dominan el mundo



Gafam es el acrónimo de las 5 corporaciones globales que dominan en régimen de quasi monopolio la tecnología digital: Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft. En 2018, copan los primeros lugares en la capitalización bursátil a escala global. Al mismo tiempo, se han convertido en los grandes intermediadores de nuestras vidas, en prácticamente todos los campos de actividad, tanto laborales como personales y sociales. Es frecuente que estos gigantes del digitalismo eliminen la competencia al comprarla, como en el caso de Instagram y Whatsapp -comprada por Facebook- o Youtube -comprada por Google-. Son prácticas oligopolísticas que dan cuenta de la voluntad expansionista de las corporaciones.

No obstante, el debate público no acaba de cuestionar y situar como un problema político de enorme calado tal concentración de poder. El desarrollo y difusión de tecnologías libres, como las propuestas por Richard Stallman, el universo GNU/Linux y los software libres o las plataformas alternativas como FRAMASOFTi, permanecen arrinconados. Son los márgenes de la corriente mayoritaria, que se extiende por inercia sin que se le dé mayor relevancia. Cuando se habla de políticas públicas de comunicación, continuamos refiriéndonos a los Grandes Medios como la TV, Prensa o Radio sin tener en cuenta el poder sin precedentes de las GAFAM para estructurar de forma casi invisible nuestras vidas.

¿Por qué es crucial cuestionar el oligopolio del mundo digital? ¿Por qué no dejarse llevar y centrarse en los contenidos de lo que se hace y comunica con las herramientas digitales? ¿Importan tanto los medios que utilizamos para pensar y relacionarnos? Incluso en movimientos altermundialistas y abiertamente refractarios al capitalismo, se utilizan las herramientas de las GAFAM. Constituye una fuerte disonancia el hecho de que las reivindicaciones sociales olviden que ellas mismas se sirven de herramientas pertenecientes a corporaciones capitalistas.

¿Por qué urge plantear el problema de las GAFAM?

1. La industria de la datos y la vigilancia. Cuando utilizamos servicios “gratuitos” como los proporcionados por Google o Facebook, nuestros datos pasan a formar parte de sus bases. El producto somos nosotros. En el caso de Amazon, la compañía almacena los historiales de visita y compra. Apple y Microsoft acumulan la información generada por sus dispositivos y aplicaciones. Se trata de una acumulación orwelliana de informaciones, sin precedentes, que sienta las bases para que los Big Data monitoricen y perfilen incluso en tiempo real a los ciudadanos.

2. El gobierno de los algoritmos. Motores de búsqueda como el Page Rank de Google o los sistemas de recomendación de noticias de Facebook dejan claro el poder de las GAFAM para filtrar el mundo que percibimos, como queda claro con el escándalo Cambridge Analytica. Se trata de algoritmos en gran parte opacos, que deciden por nosotros. El problema es dejar al arbitrio de corporaciones cuyo fin último es el afán de lucro el poder de configurar y automatizar nuestras decisiones.

3. Diseñadores de lenguajes. Imaginemos que una corporación patentase el uso de retóricas lingüísticas: que fuese propiedad de una de las GAFAM una parcela de la sintaxis, una determinada forma gramatical, las metáforas, las sinécdoques… ¿Resulta disparatado? En este sentido, dejamos que la iniciativa privada diseñe los lenguajes que nos servirán de subsuelo para nuestras comunicaciones y tareas. Es el sueño del neoliberalismo: controlar el lenguaje para controlar tanto los pensamientos como los comportamientos. Lo que tendría que ser un bien común, como las lenguas naturales, se privatiza en función de los intereses de las corporaciones raíz. No nos inculcan qué pensar, pero sí qué se puede hacer, pensar, y qué no.

Ahora bien, ¿cuáles pueden ser las causas de la ausencia de debate público?

1. La ilusión tech. Las GAFAM se han apropiado de la impronta libertaria de la tecnología digital, así como de una estética cool y de un aura de innovación permanente. Solo hay que pensar en los eslóganes: Google: Don’t be evil. Apple: Think Different. Microsoft: Be what’s next. Amazon: Work hard, have fun, make History. Facebook promete mantenernos en contacto con las personas que cuentan en nuestras vidas. La tecnología se convierte así en objeto de consumo destinada a consumidores, no a ciudadanos, embellecida por el marketing digital. Es una cuestión no tanto de identidad como de identificación de los distintos públicos con los productos que les marcarán como si de un rebaño se tratase.

2. Los prejuicios GAFAM. Se les atribuye de modo falsario a los NO-GAFAM problemas de inestabilidad, poca usabilidad y difícil manejo o inadaptabilidad en entornos profesionales. ¿Por qué comprar o piratear el paquete de Office de Microsoft y no utilizar simplemente LibreOffice? ¿Por qué se ha generalizado el uso de Macs de Apple con su paquete de aplicaciones para el diseño profesional? ¿Acaso no es posible generar contenidos de la misma o mayor calidad con herramientas libres, como Inkscape o GIMP? ¿Por qué no utilizar un motor de búsqueda que respeta la privacidad como DuckDuckGo en lugar de Google? ¿De dónde proviene la aversión a utilizar sistemas operativos como Debian o Mint? ¿Son en verdad difíciles de utilizar? ¿De peor rendimiento que Windows?

3. La inercia de los hábitos. A medio camino entre el conformismo y la pereza, los ciudadanos sencillamente se dejan llevar. Habiendo crecido en un mundo en el que los sistemas operativos de nuestros dispositivos pertenecen a las GAFAM, las aplicaciones GAFAM son hegemónicas así como las plataformas GAFAM de social media, comenzar a utilizar otras tecnologías libres supone en cierto modo un acto subversivo, una especie de aislamiento frente a las corrientes dominantes. Para hacerse visible en las redes, por ejemplo, hay que sumarse a la corriente mayoritaria y servirse de las plataformas GAFAM.

4. Falta de cultura digital. La llamada alfabetización digital no acaba de centrarse en la superación de los modelos privativos de herramientas digitales. Se entiende que debemos pasar años aprendiendo a leer y escribir, pero no ocurre otro tanto con las culturas digitales, que se basan cada vez más en la lógica del menor esfuerzo -y mayor dependencia de las corporaciones user-friendly. Es el triunfo de la fast-tech, el equivalente digital a la fast food, frente a los largos aprendizajes que dotan a los ciudadanos de verdaderos saber-hacer tecnológicos. Desde la escuela a la universidad, prima el uso generalizado de las GAFAM por lo que no se enseña a utilizar herramientas alternativas

5. Asunción del neoliberalismo digital en el terreno político. No solo en el caso de partidos políticos y movimientos de corte conservador o pseudo-progresistas. También en el caso de organizaciones abiertamente progresistas, la presencia de debate sobre las GAFAM es mínima cuando no inexistente. Tampoco en los medios de comunicación se ha planteado que sea un problema para debatir en el espacio público. Ello a pesar de las evidencias de prácticas monopolísticas, además de las argucias fiscales que no parecen tener el suficiente eco en la agenda mediática.

(1) Véase la plataforma de aplicaciones libres en https://framasoft.org/en/

(2) Para una crítica de las GAFAM, https://gafam.laquadrature.net/

domingo, 4 de junio de 2017

Internet, hackers y soberanía


Fredes Luis Castro
Shushwap


El ataque informático de los últimos días empleó un software malicioso diseñado para bloquear el acceso al computador o sistema informático, hasta tanto se pague una determinada suma de dinero. El término ransomware alude a este dispositivo extorsivo, cuya reciente modalidad fue bautizada como WannaCry. Los atacantes se habrían apropiado de una de las tantas vulnerabilidades detectadas y almacenadas por la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), de allí que Microsoft responsabilizara a la NSA por la fuga y posterior pandemia, comparando la propagación del virus con una sustracción de misiles Tomahawk al Ejército estadounidense. El héroe de la jornada fue un joven inglés de 22 años que descubrió un kill switch (interruptor asesino o de desconexión) que impidió una contaminación mayor. 

Los sospechosos de siempre
Se dificultó dirigir acusaciones a la patria de Putin, porque los rusos también fueron afectados. De hecho, en esta oportunidad las sospechas se cultivan en Moscú contra sus contradictores de siempre. Mikhail Delyagin, director del Instituto de Problemas de la Globalización, lo expresa sin tapujos: “Respeto la honestidad de los Estados Unidos. Nos amenazaron con un ciberataque y es lo que se produjo.” Sin embargo, especialistas rusos del Consejo de la Economía Digital lo descartan, por juzgarlo un ataque demasiado estúpido.

Sucede que pese a la velocidad y la extensión de WannaCry, llaman la atención los déficits del software, impropios de hackers experimentados. La inclusión del interruptor mencionado en el código del software facilitó la detección y paralización del ataque, otras fallas directamente no permiten identificar a las víctimas y sus desembolsos. Los desperfectos son propicios para alentar conspiraciones. Es posible conjeturar que el objetivo no fue recaudar dinero, sino humillar a una de las más importantes agencias de inteligencia de Washington. Pero si no fueron los rusos, ¿a quién culpar?

Para buena parte del imaginario global, cualquier cosa que se diga de Corea del Norte es creíble, por ende ya existen los que indican que el grupo Lazarus, desde hace años sindicado de ser amparado por Pyongyang, está involucrado en el ataque con WannaCry. Lazarus es conocido principalmente por el demoledor ataque contra Sony Pictures a fines del 2014, pero a posteriori fue acusado de desfalcar arcas bancarias de Filipinas, Ecuador, Vietnam y Bangladesh. ¿Por qué sospechan de Lazarus? El código de programa de puerta trasera empleado en una versión pretérita de WannaCry, llamado Contopee, también fue utilizado en sus intervenciones por Lazarus.

Gobernanzas y acciones públicas
¿Es posible que se materialice el “peor” escenario descrito en el informe de la Comisión Global sobre Gobernanza de Internet, en el cual la intensidad de las acciones maliciosas y de los controles políticos estimulen una desconfianza tal que reduzca más que significativamente el uso de la Internet? Es interesante advertir que la comisión ubica en el mismo plano de peligrosidad a la malicia criminal con la “excesiva regulación gubernamental” ¿Considerarán los miembros de la comisión que existió un excesivo despliegue de gobierno en el ciberataque norteamericano dirigido contra el programa nuclear iraní del 2013, o en el intento de manipulación de televisores y smartphones por hackers de la CIA, para convertirlos en hogareños y móviles vigilantes?

Con seguridad que a los globales gobernanzantes de la Internet no les gusta nada el Escudo Dorado chino, y su capítulo estrella: el Gran Cortafuegos, ingeniería legal y tecnológica diseñada para restringir accesos a servicios y plataformas digitales foráneos. En rigor de verdad, es posible obtener habilitaciones, las que se conceden si se manifiesta conformidad con los intereses nacionales establecidos por las autoridades comunistas. Al Reino del Medio no le interesa formar parte de aldea global alguna, por el contrario estima que las únicas plataformas reales son las soberanas y opera para que las digitales, como el resto de las actividades económicas, se subordinen a los lineamientos estatalmente fijados, al menos en la geografía que gobiernan.

El 11 de mayo de este año Donald Trump emitió una orden ejecutiva para fortalecer la ciberseguridad de las redes federales y las infraestructuras críticas. Se trata de un conjunto de enunciados, estándares y buenas prácticas, que, en primer término, aseguran continuidad al Marco para la mejora de la ciberseguridad de las infraestructuras críticas ordenado por Obama. La ciberseguridad estadounidense cuenta, entonces, con un respaldo bipartidario. Pero conviene registrar que en materia securitaria tan sensible, aparecen involucradas, por orden presidencial, las Secretarías de Trabajo y de Educación, con el objeto de participar con otras secretarías en la consideración y promoción de programas que desarrollen la fuerza de trabajo cibersecuritaria del futuro que su país necesita, en los sectores público y privado, con acciones que deben aplicarse desde los estudios primarios, hasta los más altos niveles, sin perjuicio de cursos y aprendizajes técnicos no universitarios. Además ordena al Director Nacional de Inteligencia que observe y revise los esfuerzos desarrollados por otros países, en tanto puedan comprometer la competitividad norteamericana en ciberseguridad.

Conclusiones
De ser cierto que el modelo de negocios primario de la Internet se edifica sobre una vigilancia masiva es del todo coherente que la criminalidad se especialice en la sustracción de informaciones más o menos íntimas. La progresiva privatización de la vida social, para beneplácito lucrativo de los monopolios extractivistas de datos del capitalismo digital, incrementa los bancos y depósitos de informaciones a los que apuntan los cibercriminales. Los ciberataques se multiplicarán en tanto la Internet apueste antes por la interacción social y la conectividad que por la inclusión y la libertad, la última mucho más predicada que actualizada por las figuras icónicas del capitalismo digital.

El desarrollo de capacidades cibersecuritarias es asunto de primer orden, para una eficaz y soberana defensa de los asuntos vitales de cada nación. El estadio tecnológico en que cada país se encuentra determina el tipo de discurso promovido en foros internacionales, y el grado de apertura de las políticas públicas de Internet y digitales. Pero incluso en los países tecnológicamente más avanzados existe una activa intervención, con el elemental fin de mantener sus ventajas en el largo plazo.

Los gobiernos que confíen en invisibles manos de mercado o improvisen ejercicios desactualizados deberán recomendar a sus ciudadanos que sigan las tres reglas comunicadas por el criptógrafo Robert Morris, jefe científico del Centro Nacional de Seguridad Informática de la NSA: no poseer una computadora, no encender una computadora y, por último, no usar una computadora.

Artículo publicado originalmente en el blog del autor Shushwap

Fuente: http://www.elviejotopo.com/topoexpress/internet-hackers-y-soberania/

Nuevo estándar de internet sobre el acceso a la información


Tod@s usamos internet y la teleraña mundial (WWW), y lo celebramos por haber nivelado el campo de juego de la información. Ha facilitado la comunicación no mediada entre pares (p2p), y colocado a todos los contenidos en un nivel de igualdad. Quienes inventaron la internet y la web lo ofrendaron al mundo para promover el bien común. Las entidades clave encargadas de establecer los estándares de internet, como la Internet Engineering Task Force y la World Wide Web Consortium (W3C), estaban igualmente preocupadas por salvaguardar los valores fundamentales de Internet de igualdad y apertura. 

Pero internet ha evolucionado y, para quienes detentan el poder económico, se ha convertido también en una oportunidad clave para la dominación y la explotación. Las distintas entidades que ahora desarrollan los estándares de internet se encuentran hoy dominadas por corporaciones digitales transnacionales. No es de sorprenderse, entonces, que los nuevos estándares de la internet/ web respondan cada vez más a las necesidades de estas corporaciones, en lugar de las del público en general. 

Motivadas por las demandas de los grandes proveedores de contenidos, como las empresas tradicionales de cine y televisión, los nuevos gigantes tecnológicos como Apple, Google, Microsoft y Netflix se ha coligado para desarrollar, a través del W3C, un nuevo estándar web que les permitirá acumular cada vez más poder sobre la vida cultural y económica de la humanidad. 

En el meollo de este asunto se encuentran las “extensiones multimedia cifradas” (EME), una especificación técnica que fue desarrollada en la W3C y está a punto de ser publicada como Recomendación oficial de la W3C. El objetivo de las EME es permitir la implementación de los sistemas de Gestión de (restricciones de) los Derechos Digitales (DRM por sus siglas en inglés), a través de los cuales las casas editoriales podrán controlar lo que los usuarios finales pueden o no hacer con los contenidos que reciban a través de internet. 

Las consecuencias del apoyo de la W3C a los DRM constituye una nueva forma de “colonialismo digital”, en el que una “caja negra” de código informático será instalado en todos los navegadores a nivel mundial para hacer cumplir las leyes de derechos de autor estadounidenses, como la Digital Millennium Copyright Act, sin el consentimiento de los usuarios y sin respetar legislaciones locales. A diferencia de los estándares web anteriores, éste implica socavar principios fundamentales de justicia social e igualdad de acceso a la información, así como principios fundamentales de la seguridad informática. 

Como respuesta esta situación, la Coalición Just Net (JNC) ha enviado una carta abierta en la cual exhorta al W3C, y particularmente al inventor de la WWW, Sir Tim Berners-Lee (que tiene poder de veto en la W3C), a rechazar la EME. 

Como dice Louis Pouzin, creador de varios elementos clave de la internet original: “Por supuesto los lobbies tienen los medios financieros y políticos para ignorar o distorsionar los estándares en sus productos, pero quieren más. Necesitan la garantía de una reputada institución de estándares o de individuos de renombre para impulsar la legalización de su estrategia de marketing”. 

En la carta, JNC destaca que: 

“Internet y la web no fueron inicialmente concebidas para transmitir material sujeto a copyright. Aún si ese material [cumpliera su amenaza de] ‘marcharse’, habremos salvado la internet/web abierta para lo que fue originalmente concebida: compartir y comunicar entre pares. Una internet/web abierta también permite a los negocios de contenidos utilizarla, siempre y cuando sus intereses no se impongan sobre los de las personas comunes. Los negocios de contenidos puede usar la internet/web abierta a través de modelos de negocios que funcionan con una web abierta. Si no, pueden proceder a desarrollar canales privados para sus consumidores, es su derecho. […] Es el poder de la gente, votando con sus pies, el que ha hecho de la internet/web lo que es hoy, y es ese mismo poder el que lo sostendrá. No se sostendrá sucumbiendo a las amenazas de los grandes propietarios de contenidos o aceptando acuerdos que solo les favorecen a ellos”. 

“Al estandarizar las EME, la W3C estaría permitiendo una nueva forma de colonialismo digital que perpetuaría desigualdades estructurales, al bloquear contenidos de quienes más los necesitan y menos recursos tienen para acceder a ellos. Tendría el efecto, entre otros, de entorpecer la innovación y reprimir el intercambio de contenidos en la web, dificultando las contribuciones digitales efectivas de las personas, grupos y regiones con menos recursos a nivel mundial. Para los más desfavorecidos, el acceso a la información representa una importante tabla de salvación para salir adelante y realizarse a su máximo potencial. ¿Por qué obligar a la gente del mundo entero, a través de mecanismos tecnológicos, a pagar por contenidos a los que de otra manera tendría derecho a acceder de forma gratuita o a bajo costo, gracias a las negociaciones en su nombre por gobiernos, instituciones educativas y demás?” 

La web está en una encrucijada y tu voz es valiosa para detener este encerramiento. JNC está buscando apoyo y endosos a esta carta transmitida a Sir Tim Berners-Lee y la W3C. Es particularmente importante contar con firmas desde los países del Sur global, que estarán entre los más afectados. 

La carta abierta (en inglés) se encuentra en: www.justnetcoalition.org/2017/W3C_EME_objection.pdf 

Los apoyos institucionales o individuales se pueden registrar en: http://justnetcoalition.org/against-eme 

Coalición Just Net (por una Internet justa y equitativa): www.justnetcoalition.org 



Fuente: http://www.alainet.org/es/articulo/184837 

martes, 15 de noviembre de 2016

¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?



Internet nos permite acceder a una cantidad de información como nunca antes habíamos conocido.
nicholas Carr nos propone en este libro una reflexión sobre el coste intelectual que supone la cesión
de ciertos procesos cognitivos a esta tecnología. nos advierte de que el uso de Internet y sus aplicaciones para la búsqueda y recopilación de información pueden estar teniendo un impacto negativo en nuestros procesos de pensamiento profundo y creativo.

La universidad, que es la institución social más directamente implicada en el desarrollo y difusión
del conocimiento, se está viendo obligada a reaccionar ante los nuevos planteamientos de acceso,
producción y trasmisión del conocimiento que representa internet. En los últimos años estamos
asistiendo a una expansión en el uso de internet y de sus múltiples y efi cientes utilidades de acceso
a la información dentro del trabajo académico universitario. En muy poco tiempo se ha convertido
en habitual recurrir a entornos educativos virtuales, cursos no presenciales en línea, revistas electró-
nicas, uso de recursos de la web 2.0 para la enseñanza-aprendizaje, uso de motores de búsqueda
de información, bases de datos y un sinfín de posibilidades que nos ofrece la conexión a internet. El
acceso a la información es más fácil y rápido que nunca, pero un cambio tan importante tal vez esté
afectando a cualidades del conocimiento que se adquieren con el uso de estas herramientas. Esta es
la cuestión que plantea y que trata de responder el libro Superfi ciales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? de nicholas Carr.
La respuesta de Carr parte de un par de ideas ya planteadas por Marshall McLuhan en Comprender
los medios de comunicación: las extensiones del ser humano. Cuando hablamos de medios
tecnológicos, convencionalmente no tendemos a valorarlos en sí mismos como buenos o malos,
sino que lo hacemos en función de su contenido o de su uso. Consideramos así que el contenido
de un medio importa más que el medio en sí mismo a la hora de infl uir en nuestros actos y pensamientos.
Y asumimos también que, dependiendo del uso que se haga de un medio tecnológico concreto, éste podrá tener consecuencias positivas o negativas. Sin embargo, para McLuhan, los medios tecnológicos además de ser canales de información que proporcionan el material del pensamiento,
también modelan nuestro proceso de pensamiento. Así pues, independientemente del modo en que derive la utilización de un medio tecnológico, tan solo con usarlo ya estamos sujetos a una transformación.
El siguiente paso que da Carr es aportar pruebas empíricas a partir de estudios de neurología que
muestran la enorme plasticidad del cerebro gracias a la posibilidad de interconexión de las neuronas
a través de enlaces sinápticos. Esto permite a nuestros cerebros adaptarse y reorganizarse desconectando unas neuronas y conectando otras. Los estudios neurológicos demuestran que todas las
actividades mentales tienen una repercusión biológica en nuestros cerebros, estableciendo nuevas conexiones neuronales. De esta manera, la utilización de cualquier tecnología exige un tipo de actividad
mental que provoca cambios biológicos en las conexiones neuronales de nuestros cerebros.
En la elaborada respuesta de Carr, también se dedica un espacio al análisis de algunos ejemplos
de tecnologías como los alfabetos, los mapas, los relojes o las brújulas que, a la vez que han supuesto
beneficios prácticos, han afectado a nuestros procesos de pensamiento. Una de las tecnologías
intelectuales de mayor influencia en las sociedades modernas ha sido la imprenta, que durante más
de cinco siglos ha sido la principal responsable de elaborar, almacenar y transmitir el conocimiento
a través de sus productos. La invención de Gutenberg supuso una expansión del lenguaje y de las
posibilidades de pensamiento que hasta entonces había quedado reservada a una élite cultural. El
libro impreso es una tecnología que exige centrar en ella la atención y fortalece la capacidad de pensamiento
abstracto, profundo y creativo. Sin embargo, a mediados del siglo xx comienza a gestarse
un cambio sociocultural con la dedicación de mayor tiempo y atención a medios de entretenimiento
eléctricos y electrónicos como la radio, el cine, el fonógrafo o la televisión. Tecnologías que podían
desplazar, pero no sustituir, dadas sus limitaciones en la transmisión de la palabra escrita, a los libros
impresos en papel… Pero la llegada de los ordenadores y, más tarde, su posibilidad de conexión a
internet supone una revolución en la transmisión de la palabra escrita. Este es el aspecto sobre el que
el autor centra su respuesta.
Para Carr, «el tránsito de la página a la pantalla no se limita a cambiar nuestra forma de navegar
por un texto. También influye en el grado de atención que prestamos a un texto y en la profundidad
en la que nos sumergimos en el mismo» (págs. 114-115). Por ejemplo, los enlaces o hipervínculos de
un texto captan nuestra atención invitándonos a pulsarlos y abandonar el texto en el que estamos
inmersos, con lo que terminan distrayéndonos e impidiendo dedicarle una atención sostenida al
mismo. Internet nos abre las puertas a una biblioteca de información sin precedentes, por tamaño y
alcance, y nos permite deambular y encontrar con suma facilidad lo suficiente de cualquier tema que
se nos ocurra, pero, a la vez que le cedemos este esfuerzo mental, también estamos disminuyendo
la capacidad de conocer con profundidad una materia por nosotros mismos. A medida que vamos
cediendo procesos de pensamiento a las utilidades de internet, también estamos mermando el potencial
de nuestro cerebro. El paralelismo que establece Carr como ejemplo es contundente: «Cuando
un obrero que se dedica a cavar zanjas cambia su pala por una excavadora, los músculos de su
brazo se debilitan, por más que él multiplique su eficiencia. Un intercambio muy similar podría estar
llevándose a cabo cuando automatizamos el trabajo de la mente» (pág. 260). A la vez que nos ofrece
numerosas posibilidades, internet también nos impone limitaciones. Cuanto más usamos internet,
más amoldamos nuestra mente a su forma y su función.
El libro está repleto de continuas referencias y ejemplos donde el autor justifica cada una de
sus arriesgadas aseveraciones. Su lectura es muy sugerente y más que recomendable en el ámbito
universitario. Es una excelente oportunidad para plantearnos lo que conlleva para el conocimiento
y para nuestros procesos de pensamiento la imperceptible y cada vez mayor dependencia de esta
tecnología intelectual.

Nicholas Carr es un ensayista estadounidense especializado en temas de tecnología, cultura y
economía. Fue director del Harvard Bussines Review. Actualmente forma parte del consejo editorial
de la Enciclopedia Británica y del consejo directivo del Proyecto de informática en nube del Foro
Económico Mundial (World Economic Forum’s Cloud Computing Project). Ha publicado artículos en
The Atlantic, The Guardian, The New York Times, The Wall Street Journal, The Financial Times, The Times of
London o Die Zeit, entre otros. En 2004 publicó Las tecnologías de la información ¿son realmente una
ventaja competitiva? y en 2008 El gran interruptor. El mundo en red, de Edison a Google (2008), dos libros
que ya suscitaron polémica. 

domingo, 30 de octubre de 2016

El secuestro de la mente y la paradoja de internet



Este año se cumplen diez de la publicación del libro El secuestro de la mente. Supe de él por un alumno que me recomendó su lectura hace años, porque relacionó su contenido –muy atinadamente, por cierto– con una de las cuestiones centrales que conforman la espina dorsal de la reflexión filosófica a lo largo de la historia; a saber: ¿es real todo lo que creemos? Pregunta en la que se imbrican ontología y epistemología inextricablemente, presente ya en la alegoría clásica de la caverna platónica y que en la actualidad sigue tan vigente como siempre.

El autor del susodicho libro es un psiquiatra, el doctor Fernando García de Haro. Al contrario de lo que pudiera pensarse por su profesión, a cuya práctica se dedicó durante la friolera de más de treinta y cinco años, el enfoque que desarrolla de la antes enunciada pregunta no es puramente médico, sino ampliamente filosófico, eso sí, partiendo de los conocimientos disponibles sobre el cerebro y la psicopatología, especialmente del trastorno mental que se conoce como delirio (diríase que en esto sigue a Mario Bunge, para quien –de acuerdo con lo que yo mismo le oí en una conferencia– lo que procede es «primum cognoscere, deinde philosophari»). El delirio es la capacidad de creer enferma, y la creencia, en según qué circunstancias y modos, puede acabar en delirio. En forma de eslogan el doctor García de Haro lo plasma diciendo que «si el delirio es una creencia de origen patológico, la creencia es un delirio de origen cultural». Tal delirio de origen cultural puede desembocar peligrosamente en fanatismo, el cual presenta rasgos que se asemejan a los síntomas característicos de la paranoia (léase el epígrafe titulado «sectas, paranoia, fanatismo y violencia»).

Todo el libro es interesante y está inspirado por un espíritu proveniente tanto del amor al saber que dio vida a la filosofía en sus inicios, como de los principios que engendraron el pensamiento ilustrado. A ambos alude cuando presenta su receta contra «las creencias y sus males», y que se compone de dos ingredientes esenciales: racionalidad y humanismo. Entonces puntualiza: «Esta es una vieja receta que se remonta a los llamados “filósofos griegos” y que se continúa en el Renacimiento, la Ilustración y en la actualidad en formas muy diversas. Parece evidente que sólo el pensamiento racional puede liberar al ser humano del laberinto de las creencias en el que se pierde desde el principio de su existencia sobre la Tierra».

¿Esa liberación tiene asegurado su progreso? Nuestro psiquiatra parece contestar afirmativamente a esta pregunta, y halla un poderoso argumento a favor de su respuesta en el papel que otorga a las nuevas tecnologías en relación con el combate entre racionalidad y creencias. He aquí su tesis: «Las tecnologías de la comunicación, tanto de la información como Internet, la televisión por satélite o los medios de desplazamiento, hacen que las culturas cerradas sean imposibles. Este mundo permeable instala al hombre en una realidad nueva, no fijada por una manera concreta y establecida mediante una creencia de origen divino. El hombre moderno no puede continuar en mundos cerrados y diferentes entre sí por mucho que se empeñen los custodios de las creencias. Este movimiento es imparable».

Por mi parte, tengo razones para no compartir la postura optimista del doctor García de Haro. La primera de ellas es de naturaleza empírica y tiene que ver con el fenómeno del terrosimo yihadista, de rápido y preocupante crecimiento, y que tiene su base en la expansión y asimilación de creencias que pueden desembocar en el fanatismo violento. En el clarificador libro de hace apenas un año titulado Objetivo: califato universal. Claves para comprender el yihadismo, sus autores (Eduardo Martín de Pozuelo, Jordi Bordas y Eduard Yitzhak) se dedican a un preciso y riguroso análisis del fenómeno referido. En el capítulo 7 titulado «la captación: de la mezquita a internet» encontramos la disección de los modos y los medios de los que se sirven los yihadistas para atraer a los jóvenes y convertirlos en adeptos a su causa. En una de sus páginas leemos: «El elemento tecnológico fundamental que marca un antes y un después en el proselitismo radical gira en torno a internet, las redes sociales y las grandes redes mediáticas que las organizaciones terroristas yihadistas del siglo XXI tienen a su disposición».

Esas organizaciones cuentan con agencias de información que se sirven muy eficientemente del mundo virtual con dos intenciones básicas: una es publicitaria y de propaganda; la otra es la captación, reclutamiento y adoctrinamiento de simpatizantes de todo el mundo. Mediante la red también informan y entrenan militarmente a quienes convierten en armas vivientes al servicio de sus siniestros propósitos.

Los autores del libro describen, a través de casos reales, cómo jóvenes europeos –por lo demás aparentemente «normales»– que muestran indicios de predisposición a la radicalización son contactados y sometidos a un auténtico aislamiento cultural y lavado de cerebro sectario que en muchos casos no serían factibles –y, desde luego, no serían tan efectivos– sin la herramienta de internet. Ésta es imprescindible en el terrorismo global del siglo XXI para inocular y activar en la psique el germen del fanatismo, que requiere la comunicación de las creencias radicales. Se trata de radicalizaciones urgentes, porque se llevan a cabo en lapsos de tiempo que se cuentan más bien por semanas que por meses.

Hay un momento decisivo en el proceso de captación. Tras haber conseguido atraer la atención del potencial recluta en las redes sociales mediante mensajes generales, y una vez discriminados los más susceptibles, los captadores los conducen a espacios virtuales más privados. Chats, grupos de whatsapp y otros recursos nuevos diseñados por los propios especialistas de la organización terrorista, que son objeto de menos vigilancia por parte de los grupos especializados de la policía, constituyen el espacio en el que se somete, sobre todo a los jóvenes, a mensajes de gran poder seductor que, a la postre, consiguen el secuestro de sus mentes, es decir, su desconexión de todo lo que hasta ese momento conformaba su mundo. Por último, llegará el contacto personal.

Como se ve, internet no es aquí la tecnología del librepensamiento, sino, muy al contrario, el medio de cultivar y extender el fanatismo, mal que le pese al doctor García de Haro. Se trata de toda una paradoja que el politólogo Benjamin Barber reconoce de la siguiente forma: «Estamos ante la grotesca situación de que gente pone “me gusta” en sitios de la web donde se ven decapitaciones. ¡Estamos ante el movimiento simultáneamente más moderno y más reaccionario de la historia! Están intentando destruir Occidente en parte debido a su modernidad y su tecnología pero al mismo tiempo son creaciones de la tecnología moderna, y dependen de ella íntimamente para generar miedo y odio».

No, las nuevas tecnologías por sí mismas no nos salvarán del delirio latente en las creencias irracionales. Es más, según lo dicho hasta ahora, hay que estar alerta ante su alto poder de sugestión. El universo de las pantallas puede crear auténticos mundos solipsistas que, sin darnos cuenta, nos aíslen de la realidad, ese lugar en el que nos hallamos con lo otro, y en el que hemos de convivir, lo que se hace imposible si nos enclaustramos en nuestros mundos privados.

El diálogo es imprescindible para el encuentro en el espacio objetivo de la realidad. Las redes sociales parecen, en principio, potentes recursos tecnológicos que incrementan esa capacidad nuestra de diálogo, pero hay quien detecta una deriva contraproducente en las innovaciones relativas al procesamiento de los big data incorporadas en los últimos años. En este sentido va la advertencia del activista de internet Eli Pariser, que se plasma en su teoría de la burbuja de filtros. De acuerdo con ella, existe una tendencia en la red de progresiva personalización de contenidos en los medios digitales, lo que conlleva la creación de una realidad distinta para cada internauta. Los algoritmos de Google o Facebook muestran resultados distintos para cada usuario, en relación a su historial de búsquedas y su comportamiento en la Red. Es por esto que la información que se nos ofrece a través de estos medios es sesgada: la mecánica de los motores de búsqueda hace que sólo seamos receptores de la información que se presupone de nuestro interés. Esos algoritmos acabarán decidiendo por nosotros qué es la realidad siempre en una senda de continua confirmación de nuestras creencias, reduciendo así el margen para la falsación de las mismas (para más detalle véase el vídeo en https://www.youtube.com/watch?v=S0m_nM8Dgng).

En consecuencia, no creo que las nuevas tecnologías por sí mismas tengan el poder de acabar con el efecto alienante de las creencias; pueden, incluso, potenciarlo. Es el sujeto desde la razón el que tiene que someter a esas sus creencias a juicio poniéndolas constantemente a prueba. Internet y los diversos medios digitales ayudan como herramientas que expanden nuestras capacidades cognitivas y su conexión a la realidad en toda su amplitud y diversidad de detalle, quebrantando cuando corresponda, sobre todo, nuestras más queridas expectativas sobre ella.

martes, 29 de septiembre de 2015

Herramientas para Editar vídeos en Internet Gratis Curso en Español



Internet Video es el campo general que se ocupa de la transmisión de vídeo a través de Internet. Video por Internet que existe en varios formatos; más notablemente AVCHD (Advanced Video Codec de alta definición), FLV (Flash Video Format) y MPEG-4 Parte 14 (MP4). Existe video en línea actual a través de varios medios, el más popular es YouTube, que tiene más de mil millones de usuarios únicos visitan cada mes. [1] Sin embargo, hay otras plataformas de vídeo, como Vimeo, que son también populares. Sumado a esto, en los últimos años, la plataforma de vídeo de Internet se ha utilizado para transmitir eventos en vivo. Como resultado de la popularidad de streaming de vídeo en línea, eventos importantes, tales como los debates presidenciales de 2012, se han transmitido en vivo en Internet para que la gente vea. Aparte de esto, el vídeo del Internet ha jugado un papel importante en la industria de la música como un medio para ver videos musicales y ganar popularidad para las canciones.







lunes, 7 de septiembre de 2015

Incidir es también hackear el hacer




Internet es una red de redes cuya arquitectura es descentralizada y abierta por diseño. Pero no es solo eso. Hablar de Internet implica hablar de muchos temas a la vez. Implica considerarcuestiones técnicas pero también cuestiones sociales, políticas, económicas y comunicacionales.

No pasa solo por tener en cuenta sus capas, aunque es bueno nombrarlas: infraestructura (los cables, servidores, etc), protocolos (las reglas que se usan para comunicarnos, como el Internet Protocol),contenidos (la información disponible) y una cuarta que seríamos las y los usuarios. A pesar de poder hacer esta diferenciación, en lo cotidiano esas capas están íntimamente relacionadas. Por eso, cuando pensamos en habitar Internet, es necesario que pensamos en incidir en cada una de ellas.

Pero, ¿de qué forma? En una nota de hace unas semanas dicen que “la clave en la incidencia no es la razón, es el discurso”. Y para hacerlo “falta ahondar más en la comunicación estratégica”. Aquí es bueno decir que varias organizaciones latinoamericanas realizan un gran trabajo en este sentido y aquí también es donde corresponde hablar de gobernanza de Internet. ¿Eso qué es? ¿Se puede gobernar Internet? Compartimos un vídeo en el que se explican varios de sus aspectos y del que podemos resumir que “gobernanza de internet son los asuntos relacionados con el desarrollo y la aplicación de principios, normas, reglas, procedimientos y programas que dan forma a la evolución y uso de internet”. En este modelo participan “todos los actores involucrados”, desde gobiernos y empresas hasta comunidades técnico-académicas y sociedad civil. Es por eso que enfrentamos diversos Retos de la gobernanza de Internet en la región.

Muchos de esos “actores” pueden participar/construir varias de esas capas. A su vez, cada uno de ellos posee un discurso. De ese universo de perspectivas, cables y comunicaciones es importante hacer tareas de incidencia política pero además necesitamos hackear nuestras prácticas.

Vemos a Internet como un espacio tecnopolítico. Por eso las discusiones deben ir más allá de lo técnico. Nos parece necesario adoptar prácticas que involucren actitudes políticas. No queremos caer en decir “hay que dejar de usar” tal o cual servicio porque “pertenece a una trasnacional”. Sin embargo es importante entender que el modelo de negocio de muchas de esas plataformas es “vender nuestros datos”, de ahí que debemos tener control sobre qué y cómo publicamos en esos espacios. Para ir un paso más allá es bueno conocer que existen otras plataformas que desde lo técnico, adoptan una postura política de compromiso social. Ese es también el motivo por el que apoyamos el uso de software libre.


¿Necesitamos un hospedaje para nuestra página web? Imagínense un proyecto que piensa este asunto planteando que “la tecnología y sus herramientas son el resultado de una colaboración humana y debemos tener derecho a ejercer control sobre ella”. Es una gran manera de redefinir los servicios en Internet y por eso creemos que apoyar proyectos como la Cooperativa Tecnológica Primero de Mayo hace multiplicar los espacios de participación e incidencia. Prueba de que hay un compromiso político es que desde hace más de una semana vienen resistiendo ataques de denegación de servicio (DDoS) a sitios que apoyan el derecho a decidir alojados en sus servidores.

¿Queremos usar redes sociales digitales? Sabemos que existen las redes comerciales y por qué no probar un nodo enDiáspora, uno en Gnu/Social y quizás algún otro espacio como Anillo Sur. Cada una de esas redes alternativas tiene características propias, pero en todas vamos a encontrar el mismo sentido de comunidad que se interesa por aprender del/la otra, con personas que las habitan que se (pre)ocupan por fortalecer espacios seguros, de tolerancia, participación y colaboración. Son espacios que se (pre)ocupan por crear y enlazar proyectos, ideas, generar interacción, diálogo. ¿Puede ser esto una forma de gobernanza? Aún cuando no entre dentro de la definición comúnmente utilizada, lo cierto es que hacer/estar/cuestionar son prácticas que nos llevan a desandar el determinismo tecnológico y “dar forma a la evolución y uso de internet”.

Hasta aquí los espacios mencionados son comunidades que acompañan desde lo técnico diversas problemáticas sociales y aúnan personas-que-aprendieron-a-hacer-técnicamente que, con compromiso político proponen alternativas de comunicación y personas-que-quieren-apropiarse-de-la-Red que eligen usar estas plataformas para crear y compartir contenidos. Todas ellas son formas dehackear las estructuras dadas.

Como se menciona en los Principios de Manila, “toda comunicación a través de Internet es facilitada por intermediarios, como los proveedores de acceso a Internet, las redes sociales y los motores de búsqueda”, es por eso que estos principios sobre responsabilidad de intermediarios buscan “proteger la libertad de expresión y crear un entorno propicio para la innovación”. ¿Eso implica que no podemos exigir directamente a las grandes corporaciones responsabilidad sobre lo que ocurre en sus plataformas? ¿Podemos pedirle observancia sobre derechos humanos y colectivos?

Serían dos esferas diferentes. Una, un marco que propicie libertades y derechos, y otra, la de la exigibilidad hacia las propias plataformas. Es bastante molesto cuando los intermediarios son interpelados directamente por sus prácticas de “vigilancia para el consumo”, por ejemplo, y las respuestas no llegan. Pareciera que quieren que creamos que hacen lo que hacen “solo por observancia a la ley”, y no porque (además) usar y vender nuestros datos es su modelo de negocio.

En ese sentido, si esas mismas corporaciones ganan millones con nuestra información es esperable que al menos nos den respuesta en calidad de “personas” y no solo de “consumidores”. Claro que esas plataformas no serían nada sin nosotros y nosotras usándolas, pero cuando, por ejemplo, reclamamos por un caso de violencia en sus espacios, las mayoría de las veces recibimos respuestas automatizadas únicamente. Las “horas personas” para atender casos particulares son necesarias. Y, fundamentalmente, que la atención de casos sea realizada por personas capacitadas en derechos humanos. Personas tratando con personas. No personas solo hablando con máquinas. ¿Es muy costoso y engorroso? Si esa es la respuesta, entonces, definitivamente, no queremos volver a escuchar que nos digan que las y los usuarios somos “lo más importante para ellos”. Y es que además, no somos solo usuarias y usuarios. Somos prosumidores y prosumidoras. Creamos contenidos que les generan valor ¡todo el tiempo!

Sabemos que faltan muchos más espacios por ocupar e intervenir. Falta especial atención al hacer desde la infraestructura. No está claro qué tan factible pueda ser eso. Sin embargo, apoyar espacios do it yourself/do it together (DIY/DIT) abre posibilidades de creación no solo de software libre, sino de hardware libre. O proyectos como guifi.net, “una red de telecomunicaciones mancomunada, abierta, libre y neutral”.

Con todo esto no queremos decir que no se necesitan reglas o protocolos, pero, como dice Enrique Chaparro, pretendemos “una Internet anárquica. Las regulaciones en ella deben ser las necesarias para distribuir racionalmente recursos escasos y administrar infraestructura común, pero ni un grano más” y es por eso que “las estructuras de gobierno de la Internet deben estar sujetas a supervisión y revisión (…) Deben construirse sobre la comunidad universal de usuarios de la Internet. Y, por supuesto, deben ser responsables ante esa comunidad sin que haya más de un nivel de representación entre los miembros de la comunidad y las personas a quienes se han confiado los poderes de gobierno”.

Hay una arista más para sumarle a todo esto. Queremos salir de las “redes”, vernos en las “calles” y para eso también generamos espacios de cuidados que podamos habitar juntos y juntas. Espacios como el TransHackFeminista en el que durante una semana completa pudimos hablar y escuchar,participar y construir lazos político/sociales/afectivos que empezaron o que seguirán en las redes. Un espacio en el que además pudimos compartir prácticas de “alfabetización digital” y conocimiento.

Entonces, incidencia política ¡sí! Complejización del discurso ¡sí! Hackear nuestras prácticas ¡también!Somos parte de ese enjambre, de esos ecosistemas. Participar, involucrarnos… eso es hacer la diferencia.

@Sursiendo


Fuente: http://sursiendo.com/blog/2015/08/incidir-es-tambien-hackear-el-hacer/


Educación abierta para transformar el mundo



Por Angélica Schenerock

De saberes y poderes en la educación y en la ciencia
Que “saber es poder” todas y todos estamos de acuerdo, sin embargo, los problemas surgen sobre el contenido del “saber” y los usos y alcances del “poder”. ¿Qué se sabe y para qué se sabe? ¿Qué se hace con lo que se sabe?
Las Universidades como centros de saber (y poder) tienen su surgimiento de las escuelas de los monasterios de los siglos V y VI. Estos monasterios contaban con el permiso de la autoridad religiosa (única en la época y la cual se sometían los reyes y príncipes) para enseñanzas de teología, filosofía, latín, astronomía, matemáticas, medicina y leyes. El contenido de los saberes estaban mediados por las autoridades eclesiásticas y por las creencias de la época. Todo lo que no era aceptado por la Iglesia, era condenado como falso o herejía, de modo que se cometieron muchas censuras, silenciamientos y asesinatos, que van desde Hypatia de Alejandria en el siglo IV hasta Galileo en el XV.
De hecho, la Inquisición Medieval, fundada en 1184 en Francia, fue la institución católica responsable de garantizar la veracidad de los saberes –de lo qué se sabe y de quién puede saber– penalizando con desprestigio, amenazas, silenciamiento, tortura, prisión y muerte a aquellas y aquellos que no aceptaran o no se sometieran a los saberes permitidos. Y los saberes y conocimientos que no provenían de las universidades eran considerados inválidos.
Fue así que muchos conocimientos, como la boticaria, la partería, la cirugía –conocimientos compartidos por mujeres y hombres “del pueblo“– fueron expropiados por monjes y confinados a los espacios monásticos y, a partir del siglo XII, en las Universidades – que a su vez fue instaurada como único espacio para la adquisición de saberes legalmente válidos hasta el día de hoy.
Estos espacios, no está demás recordar, eran –y aún lo son- espacios en los cuales solamente una pequeña élite podía acceder. En Occidente, hasta hace menos de 100 años, por ejemplo, sólo accedían los varones blancos, cristianos y de clase alta. De hecho, han sido ellos quiénes han tenido y detenido el saber y, por ende, el poder…
Los saberes y conocimientos como bienes comunes
Los saberes, las técnicas y prácticas que promueven y permiten la continuidad de la vida han sido desde tiempos inmemoriales bienes comunes, transmitidos en contextos de comunidad, de generación a generación, y que fueron expropiados y confinados al ámbito universitario. Cito algunos a modo de ejemplo:
Hasta hace menos de 100 años, por ejemplo, sólo accedían [a la universidad] los varones blancos, cristianos y de clase alta.
La partería, saber milenario de las mujeres que fue expropiado por varones y relegado a las universidades de medicina.
La boticaria – saber de hombres y mujeres, quemadas y quemados vivos en la hoguera como envenenadores, fetilleros y adivinos. Actualmente confinado a la farmacéutica y patentizado por grandes empresas de medicamentos.
Conocimientos y prácticas de enyesado de huesos, de poner huesos en sus lugares – saber confinado a la medicina, a la ortopedía y traumatología.
Técnicas de fermentación y conservación de alimentos y bebidas – saberes de mujeres (las principales responsables de la alimentación y las domesticadoras de las semillas) – saber expropiado por la ingeniería de alimentos y la agronomía. Más tarde y actualmente: técnicas patentizadas por las industrias alimenticias.
Técnicas de construcción de casas y/o edificios, de medios de transportes fluviales y terrestres: confinadas al ámbito de la arquitectura e ingeniería civil.
Técnicas de cultivos: saber confinado a la agronomía.
Técnicas de cuidado de animales – saberes y técnicas confinadas a la veterinaria.
Prácticas y saberes relacionados al alma, a la limpia por medio de oraciones – saber considerado peyorativamente como “creencia popular” o “mentiras”, hoy reservado a la psicología.
Chamanismo – saber confinado a sacerdotes y pastores de filiaciones religiosas.
Las universidades surgen de este enorme y vasto canon popular, de saberes transmitidos por mujeres y hombres de generación en generación. De hecho, el compartir era la regla, pues si no se compartía, el saber y sus técnicas terminaban cuando moría la persona. Y al compartir, el saber se intensificaba, se mejoraba, se corregían errores y se actualizaba. El pago por los servicios solía ser en especie, o por el trueque: yo te hago el parto, tú me das unos plantines; yo te curo el mal de ojo, tú me das unas gallinas. Yo sano la pierna de tu caballo, tú arreglas la rueda de mi molino.
Además, la “maestra” o el “maestro”, es decir, la persona que tenía un saber, no cobraba para transmitirlo a su “discípula” o “discípulo”. Estas cosas se decidían por medio del “don” del gusto que tenía una u otra persona en querer aprender, desarrollar y practicar aquello que le gusta.
El saber, el conocimiento, las técnicas y prácticas han sido, por mucho tiempo, bienes comunes de determinada comunidad.
La educación y ciencia abiertas – los saberes como bienes comunes
Cuando describí el tema de la educación y la ciencia abiertas como un posible tema para la Pillku en el transcurso de este año, argumenté que las tecnologías libres de investigación y comunicación han sacudido los paradigmas científicos de producción de conocimientos. Ciencia abierta, conocimiento abierto y educación abierta son términos que para las y los amantes de las teorías se instauran en la arena de las revoluciones científicas al más puro estilo Kuhntiano; y para las y los amantes de la acción colectiva son prácticas que impulsan la desprivatización del conocimiento.
El hipertexto, en efecto, confronta al lector con los múltiples posibles caminos que se abren con cada enlace. Le motiva a tomar conciencia del camino a seguir, le fuerza a convertir su trayecto en un quehacer, le convierte, en una palabra, en sujeto de su lectura: de espectador en creador.
Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de ciencia abierta? Una rápida búsqueda en internet ha arrojado un montón de definiciones, siendo que aquí presento las más completas: 
Ciencia abierta “es una nueva forma de producción de conocimiento que promueve instancias de colaboración por fuera del ámbito del laboratorio y cuyos datos y resultados tienden a ser de acceso libre. Algunas prácticas relacionadas con la ciencia abierta son: ciencia ciudadana; investigación acción-participativa; publicaciones de libre acceso; datos libres; etc.” (Steps América Latina).
“La ciencia abierta (Open Science en inglés) es el término genérico del movimiento para hacer investigación científica, los datos científicos y la difusión de la ciencia accesibles a todos los niveles de una sociedad curiosa, aficionada o profesional. Abarca prácticas tales como la publicación de investigación abierta, campañas para el acceso libre, el ánimo a los científicos para practicar ciencia de libreta abierta, y generalmente haciendo más fácil publicar y comunicar el conocimiento científico” (Ciencia Abierta, Wikipedia).
“La educación abierta es la que está constituida por recursos educativos abiertos tales como materiales de cursos con licencias abiertas, libros de textos, juegos, software y otros materiales que apoyan la enseñanza y el aprendizaje y además se basa en tecnologías abiertas que facilitan un aprendizaje colaborativo, flexible y ayudan a compartir prácticas de enseñanza que facultan a los educadores a beneficiarse de las mejores ideas de otros compañeros” (Educación Abierta, Wikipedia).
“La educación abierta/libre es un concepto amplio que sirve para describir el movimiento por la liberación de obras intelectuales y el acceso abierto a las mismas en el contexto educativo. El concepto define la situación donde los sistemas de educación nacional o las instituciones dedicadas a las prácticas educativas comparten de forma libre / abierta obras intelectuales, conocimientos, metodologías, pedagogías, plataformas, entornos e infraestructuras educativas a través de Internet y las tecnologías digitales” (Vercelli, 2008).
El conocimiento, las técnicas y prácticas han sido, por mucho tiempo, bienes comunes de determinada comunidad.
Las prácticas de ciencia abierta y de educación abierta se rigen por los siguientes tipos y grados1:
los proyectos de acceso abierto (Open Access) son aquellos que proporcionan los recursos digitales derivados de la producción científica o académica en abierto y sin restricciones de los derechos de copyright, pero no ofrecen colaboración abierta.
La investigación abierta (Open Research) busca publicar gratuitamente en internet metodologías, datos y resultados directos y derivados, así como la colaboración en todos los niveles del proyecto, buscando una ciencia más transparente y eficiente.
La ciencia de cuaderno abierto (Open Notebook Science) consiste en dar accesibilidad online a toda la línea de investigación, desde los datos, materiales, métodos y resultados, hasta el “notebook” personal o de laboratorio del investigador.
La colaboración abierta distribuida (Crowsourcing) consiste en externalizar tareas que tradicionalmente estarían asignadas únicamente a una persona, grupo o entidad, a un grupo numeroso de personas a través de una convocatoria abierta. La multitud podrá participar aportando trabajo, dinero, conocimiento y/o experiencia, y el objetivo consiste en conseguir el beneficio mutuo.
Estas definiciones nos dicen que ciencia abierta, conocimiento abierto y educación abierta son formas de crear e intercambiar conocimientos que apuntan, de manera general, hacia un único fin: derrumbar los cercos a los saberes y conocimientos, hacerlo participativo, colaborativo y, quizás, menos elitista y clasista.
Este “quizás” es importante, pues es innegable que aún resta mucho qué hacer para que el poder de acceso al saber, ahora intermediado por las tecnologías e Internet realmente sean de acceso común, para todas las personas.
Educación y Ciencia abiertas – tenues límites entre inclusión y exclusión
La educación (y la información, la investigación y el acceso al conocimiento) es un derecho inalienable, cuya principal barrera es sistema educativo formal que se plasma en instituciones como escuelas, universidades y centros de investigación a los cuales sólo acceden unas pocas personas y que se han configurados como guardianes del saber considerado válido, científico y permitido.
Uno de los más importantes cambios que a mi entender conlleva la educación abierta es aquél en el cual el saber previo, el genuino interés, la curiosidad y la creatividad de quien investiga o estudia es imprescindible en el proceso de aprendizaje. Ya no se trata de un modelo de “educación bancaria”, mera transmisora de conocimientos en la alumna o alumno que son vistos como “tábula rasa”, sino de un modelo en donde la persona que estudia o investiga es la protagonista y parte, en general, de saberes previos, de hipótesis, de preguntas de investigación.
Los nadies (...)Los que no son, aunque sean. Que no hablan idiomas, sino dialectos. Que no hacen arte, sino artesanía. Que no practican cultura, sino folklore. Que no son seres humanos, sino recursos humanos. Eduardo Galeano
Sin embargo, está en juego el acceso a las tecnologías digitales y la alfabetización digital – que aún es un lujo en los países del Sur, principalmente en América Latina y África. ¿Cómo acceder a las ofertas de enseñanza, a bases de datos y otras formas colaborativas de construcción de conocimientos, cuando no cuentas con los derechos mínimos para la vida, como vivienda, alimentación y salud? ¿Cómo acceder a internet cuando vives en campos de refugiados? ¿Cómo colaborar si aún no cuentas con las destrezas mínimas de alfabetización tradicional?
Estas personas, las excluidas y excluidos, “los nadies” como ha dicho de manera dolorosamente sabia Eduardo Galeano, son la mayoría, y en América Latina son nuestras vecinas y vecinos que forman parte del más de 60% que no tiene acceso a internet.
Pese a sus avances y a su potencial, la educación abierta y la ciencia abierta son prácticas que aún necesitan recorrer de un largo camino para volverse práctica que transforma el mundo.
Notas
1Síntesis tomada de “Ciencia Abierta”, en Fluyendo Libre-mente: flujos de agua, de números, de información, de libertad…
Referencias Bibliográficas
Jalón Rojas, Isabel, 2014, “Ciencia Abierta”, en Fluyendo Libre-mente: flujos de agua, de números, de información, de libertad… Disponible en https://fluyendolibremente.wordpress.com/ciencia-abierta/ consultada el 29 de junio de 2015.
Margolles, Pedro, 2014, “¿Qué es y cuál es la importancia de la ciencia abierta?”, En portal NeoSientia: descubre cómo ser un científico 2.0, 14 de febrero de 2014. Disponible en http://www.neoscientia.com/ciencia-abierta/ consultada el 29 de junio de 2015.
Steps, 2015, “Qué es la ciencia Abierta”, En portal Steps América Latina: abriendo la discusión sobre desarrollo en América Latina, publicado el 27 de marzo de 2015. Disponible en http://stepsamericalatina.com/que-es-la-ciencia-abierta/ consultada el 29 de junio de 2015.
Vercelli, Ariel, 2008, “El movimiento por la educación abierta/libre”, En Bienes Comunes, Disponible en http://www.bienescomunes.org/2008/02/29/el-movimiento-por-la-educacion-abierta-libre/ consultada el 29 de junio de 2015.

miércoles, 10 de junio de 2015

El Internet post-Snowden y la tecnopolítica



Sursiendo hilos suelto

En los últimos meses, y en las actividades que hemos realizado (el encuentro/taller hackear nuestras prácticas: género y tecnología y el ciclo de documentales sobre cultura digital HackiNetik), vemos que cada vez más gente se preocupa de los temas de la seguridad digital y el uso activista de Internet. Hay interés en conocer herramientas de comunicaciones seguras, se percibe preocupación por el espionaje y el uso que le pueden dar los poderes a nuestros datos. Sin duda es por la repercusión del caso Edward Snowden, que conlleva que estas cuestiones estén presentes en los medios de comunicación, en la agenda política (por ejemplo, la nota de ayer: Sin acuerdo en el Senado, expira recolección de datos telefónicos por NSA en EEUU) e incluso en las luchas de derechos humanos.

Hay quienes afirman que con las revelaciones de Snowden se abre una nueva era, algo así como la Sociedad post-Snowden, por la importancia que tiene saber que realmente el Big brother te vigila. Quizás el análisis más acertado, bajo nuestro punto de vista, es que con las filtraciones del ex-analista de las agencias de espionaje estadounidense comenzó una nueva etapa en Internet, tras el nacimiento delwww en los 90 y la web 2.0 en la primera década de este siglo. Un paso más en la madurez del uso de Internet. Aunque si hacemos caso a lo que comenta Doctorow (“En veinte años todos nuestros problemas estarán relacionados con Internet”) cada vez se va asemejar más lo que pasa en redes digitales con lo que le pasa a la humanidad en su día a día.

De uno u otro modo, esta nueva etapa tiene como temas importantes: la seguridad, la privacidad, los derechos de comunicación y de acceso a los datos, pero también la participación política y la búsquedas de alternativas al orden establecido, y podemos decir que es una etapatecnopolítica, porque, más que nacer en 2013 en un hotel de Hong Kong cuando Snowden mostró los documentos secretos de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), quizás sea necesario hacer referencia a las diversas y grandes movilizaciones sociales de nuevo cuño, desde la Primavera árabe hasta las de justicia por Ayotzinapa, y la gran relación que tienen con las redes y herramientas tecnológicas. También es necesario, para entender esto de la etapa tecnopolítica, hacer referencia al trabajo de Wikileaks, al movimiento de software libre, a los y las activistas anonymous, al fomento de la cultura libre y el open access (especialmente a la persona de Aaron Swartz) y a la explosión de medios libres en Internet y el uso político de la redes sociales digitales. Es una relación on/off cada vez más estrecha.

Ya hemos hablado en este blog de las Razones para habitar Internet, donde decíamos que “creemos que es parte del mundo real y por eso también nos interesa habitar Internet”, añadiendo la aportación de la Internet Society: “Si deseamos que Internet continúe siendo una plataforma para la innovación y la creatividad, es necesario preservar su naturaleza abierta y descentralizada”.

También para la comunicación y la difusión, a gran escala. Como desde hace décadas se usa la radio para la transmisión de informaciones desde los pueblos, de denuncia, de iniciativas, de organización, etc., y después igual uso del video; medios de comunicación para la defensa de la tierra y el territorio, para fomentar articulación y la participación social, para la difusión de la diversidad. Y con Internet el alcance se amplía. Se pone en práctica lo que Manuel Castells llama la autocomunicación de masas: “la comunicación que seleccionamos nosotros mismos, pero que tiene el potencial de llegar a masas en términos generales, o a las personas o grupos de personas que seleccionamos en nuestras redes sociales”.

Así, Internet se puede considerar como un medio de comunicación. Pero es mucho más. Podemos verlo también como un espacio o territorio en sí mismo, donde leemos, compramos, nos comunicamos, nos enamoramos, tenemos ocio, creamos… en definitiva: habitamos. Que cada vez más gente tiene acceso y lo utiliza (según la UIT es “la revolución de las TIC de los últimos 15 años”), aunque aún hay grandes brechas.

Pensamos que Internet es un bien común, que pone en relación a muchos otros bienes comunes (culturales o naturales) en tanto en cuanto esa difusión y esa participación que proporciona sirve para defender y crear más bienes comunes. Teniendo en cuenta que el sistema capitalista cada vez avanza más en la destrucción y el despojo de lo que necesitamos para vivir dignamente.

Frente a la hidra capitalista, “este sistema capitalista no es dominante sólo en un aspecto de la vida social, sino que tiene múltiples cabezas, es decir, formas y modos diversos de dominar en diferentes y diversos espacios sociales” como comentó el zapatismo recientemente, pensamos que las diversas luchas, las diferentes iniciativas creativas, las múltiples propuestas y prácticas alternativas deben confluir para apoyarse. E Internet va a jugar un papel muy importante, que ya lo está jugando.

Como decía Aaron Swartz, Internet contiene esas dos caras: la de la libertad, la creatividad, el comunicarnos más fácilmente y la del espionaje, la persecución, el control, el uso malicioso de nuestros datos, y “cuál de las dos triunfará en el largo plazo dependerá de nosotros”. Nos toca politizar las redes, usar Internet para hacer política, que es como nos gobernaremos las personas y las colectividades a nosotras mismas.

@Sursiendo

Fuente: http://sursiendo.com/blog/2015/06/el-internet-post-snowden-y-la-tecnopolitica/

jueves, 4 de junio de 2015

El Internet post-Snowden y la tecnopolítica



Sursiendo hilos suelto

En los últimos meses, y en las actividades que hemos realizado (el encuentro/taller hackear nuestras prácticas: género y tecnología y el ciclo de documentales sobre cultura digital HackiNetik), vemos que cada vez más gente se preocupa de los temas de la seguridad digital y el uso activista de Internet. Hay interés en conocer herramientas de comunicaciones seguras, se percibe preocupación por el espionaje y el uso que le pueden dar los poderes a nuestros datos. Sin duda es por la repercusión del caso Edward Snowden, que conlleva que estas cuestiones estén presentes en los medios de comunicación, en la agenda política (por ejemplo, la nota de ayer: Sin acuerdo en el Senado, expira recolección de datos telefónicos por NSA en EEUU) e incluso en las luchas de derechos humanos.

Hay quienes afirman que con las revelaciones de Snowden se abre una nueva era, algo así como la Sociedad post-Snowden, por la importancia que tiene saber que realmente el Big brother te vigila. Quizás el análisis más acertado, bajo nuestro punto de vista, es que con las filtraciones del ex-analista de las agencias de espionaje estadounidense comenzó una nueva etapa en Internet, tras el nacimiento delwww en los 90 y la web 2.0 en la primera década de este siglo. Un paso más en la madurez del uso de Internet. Aunque si hacemos caso a lo que comenta Doctorow (“En veinte años todos nuestros problemas estarán relacionados con Internet”) cada vez se va asemejar más lo que pasa en redes digitales con lo que le pasa a la humanidad en su día a día.

De uno u otro modo, esta nueva etapa tiene como temas importantes: la seguridad, la privacidad, los derechos de comunicación y de acceso a los datos, pero también la participación política y la búsquedas de alternativas al orden establecido, y podemos decir que es una etapatecnopolítica, porque, más que nacer en 2013 en un hotel de Hong Kong cuando Snowden mostró los documentos secretos de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), quizás sea necesario hacer referencia a las diversas y grandes movilizaciones sociales de nuevo cuño, desde la Primavera árabe hasta las de justicia por Ayotzinapa, y la gran relación que tienen con las redes y herramientas tecnológicas. También es necesario, para entender esto de la etapa tecnopolítica, hacer referencia al trabajo de Wikileaks, al movimiento de software libre, a los y las activistas anonymous, al fomento de la cultura libre y el open access (especialmente a la persona de Aaron Swartz) y a la explosión de medios libres en Internet y el uso político de la redes sociales digitales. Es una relación on/off cada vez más estrecha.

Ya hemos hablado en este blog de las Razones para habitar Internet, donde decíamos que “creemos que es parte del mundo real y por eso también nos interesa habitar Internet”, añadiendo la aportación de la Internet Society: “Si deseamos que Internet continúe siendo una plataforma para la innovación y la creatividad, es necesario preservar su naturaleza abierta y descentralizada”.

También para la comunicación y la difusión, a gran escala. Como desde hace décadas se usa la radio para la transmisión de informaciones desde los pueblos, de denuncia, de iniciativas, de organización, etc., y después igual uso del video; medios de comunicación para la defensa de la tierra y el territorio, para fomentar articulación y la participación social, para la difusión de la diversidad. Y con Internet el alcance se amplía. Se pone en práctica lo que Manuel Castells llama la autocomunicación de masas: “la comunicación que seleccionamos nosotros mismos, pero que tiene el potencial de llegar a masas en términos generales, o a las personas o grupos de personas que seleccionamos en nuestras redes sociales”.

Así, Internet se puede considerar como un medio de comunicación. Pero es mucho más. Podemos verlo también como un espacio o territorio en sí mismo, donde leemos, compramos, nos comunicamos, nos enamoramos, tenemos ocio, creamos… en definitiva: habitamos. Que cada vez más gente tiene acceso y lo utiliza (según la UIT es “la revolución de las TIC de los últimos 15 años”), aunque aún hay grandes brechas.

Pensamos que Internet es un bien común, que pone en relación a muchos otros bienes comunes (culturales o naturales) en tanto en cuanto esa difusión y esa participación que proporciona sirve para defender y crear más bienes comunes. Teniendo en cuenta que el sistema capitalista cada vez avanza más en la destrucción y el despojo de lo que necesitamos para vivir dignamente.

Frente a la hidra capitalista, “este sistema capitalista no es dominante sólo en un aspecto de la vida social, sino que tiene múltiples cabezas, es decir, formas y modos diversos de dominar en diferentes y diversos espacios sociales” como comentó el zapatismo recientemente, pensamos que las diversas luchas, las diferentes iniciativas creativas, las múltiples propuestas y prácticas alternativas deben confluir para apoyarse. E Internet va a jugar un papel muy importante, que ya lo está jugando.

Como decía Aaron Swartz, Internet contiene esas dos caras: la de la libertad, la creatividad, el comunicarnos más fácilmente y la del espionaje, la persecución, el control, el uso malicioso de nuestros datos, y “cuál de las dos triunfará en el largo plazo dependerá de nosotros”. Nos toca politizar las redes, usar Internet para hacer política, que es como nos gobernaremos las personas y las colectividades a nosotras mismas.

@Sursiendo

Fuente: http://sursiendo.com/blog/2015/06/el-internet-post-snowden-y-la-tecnopolitica/

sábado, 7 de febrero de 2015

México debe mantener la libertad en Internet Manuel Haces




Con la evolución del ecosistema de Internet y una mayor conectividad en el país, los principios de libertad podrían vulnerarse a medida que crecen los intentos de regulación

En el desarrollo de Internet en México y las regulaciones que involucren a la red, incluyendo telecomunicaciones, seguridad o propiedad intelectual, se debe garantizar el principio de libertad y apertura.

"Existen principios que definió la Internet Society, que es un Internet libre, lo más abierto posible, con el mayor acceso posible que permite el flujo de datos de orilla a orilla de la red. El objetivo es que se continúe con un Internet como debe ser, con estos principios", dijo en entrevista Manuel Haces, secretario Técnico de Grupo Iniciativa y gerente de Prospectiva de NIC México.

Grupo Iniciativa es un grupo de trabajo y análisis formado por participantes y expertos en el desarrollo de Internet provenientes de sectores como academia, comunidad técnica, gobierno, iniciativa privada y sociedad civil.

Haces asegura que, a excepción de "casos aislados" que se han desarrollado fuera del ciberespacio, como el asesinato de una tuitera en Tamaulipas o el encarcelamiento de tuiteros en Veracruz, el desarrollo de Internet en México ha mantenido, hasta el momento, los principios de libertad, incluyendo la transmisión de datos, de información, de expresión e incluso de la privacidad.

"En términos operativos o en términos de libertades fundamentales, salvo casos aislados, yo personalmente no veo que existan restricciones fundamentales a la libertad. Realmente no somos China, no somos de repente otros países como España o el Reino Unido; tenemos un Internet libre, abierto e interoperable", aseguró.

Pero con la evolución del ecosistema de Internet en México y una mayor conectividad en el país, los principios de libertad podrían vulnerarse a medida que crecen los intentos de regulación y desarrollo de nuevos modelos de negocio digitales por lo que la participación de múltiples actores de diversos sectores resulta fundamental para preservar las libertades.

"Internet es libre y abierto, hay que incluir las voces ahí y eso también viene con muchos retos. Ya sabemos que Internet y las tecnologías nos van poniendo muchos retos a resolver hacia adelante", dijo María Cristina Capelo, miembro de Grupo Iniciativa y especialista en Políticas Públicas y Asuntos Gubernamentales de Google.

En una reunión con medios, Capelo acudió a título personal como miembro del Grupo por lo que prefirió no opinar sobre las temáticas de derecho al olvido tras la resolución del Instituto Federal de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales (IFAI) que le ordena desindexar la información de un particular de su motor de búsqueda. Aun así dijo que es uno de los temas que generarán debates en las discusiones en torno a la gobernanza en Internet.

Precisamente los próximos 17 y 18 de febrero, el Grupo Iniciativa celebrará la segunda edición de los Diálogos sobre Gobernanza de Internet en el Museo Nacional de Antropología. El objetivo, de acuerdo con Manuel Haces, es abrir los debates para delinear la evolución del ecosistema de Internet preservando los principios de libertad.

Las temáticas que se abordarán durante el encuentro, que será transmitido en línea, está la seguridad (desde infraestructura hasta la cooperación con las autoridades); habilidades digitales, acceso y multiculturalismo; neutralidad de la red; tensión de derechos en internet incluyendo los derechos humanos, acceso a la información y tratamiento de copyrigth; así como los datos, acceso y gobierno abierto.

"Yo no veo grandes riesgos (de vulnerar las libertades) pero eso no implica que no tengamos que estar presentes en las discusiones de todas las cuestiones que vean porque finalmente todos somos usuarios de Internet y a todos nos afecta. Es necesario que Internet siga siendo lo más abierto, interoperable, de orilla a orilla y que exista el mayor acceso posible", dijo Haces.

Piden claridad en colaboración con autoridad

La propuesta de Lineamientos de colaboración en materia de Seguridad y Justicia, que ha elaborado el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), que busca dar acceso a información de los usuarios de servicios de telefonía e Internet, debe tener mayor claridad para evitar violaciones a derechos y libertades en el ciberespacio.

Uno de los aspectos controversiales es la falta de una designación sobre la autoridad que estará facultada para realizar las solicitudes de información.

"La industria está a favor de cooperar y siempre ha estado en la obligación, lo único que queremos es que esos lineamientos sean claros no tanto porque implique una carga para las empresas que tengan que almacenar mucha información sino que cuando se nos pida información sea por una autoridad competente, debidamente facultada y que se justifique realmente ser invasivo de nuestros usuarios", consideró Carlos Ponce Beltrán, presidente de la Asociación Mexicana de Internet (Amipci).

De acuerdo con el anteproyecto del IFT, incluyendo las direcciones IP, geolocalización en tiempo real y el registro de datos de las comunicaciones de los usuarios.

En una carta aclaratoria, el IFT reconoció que los "regulados" solicitan que el Instituto designe a la autoridad facultada para realizar solicitudes de información.

"Sin embargo, el Instituto no tiene atribuciones para realizar esta designación; el artículo 189 de la Ley establece que los titulares de las instancias de seguridad y procuración de justicia designarán a los servidores públicos encargados de gestionar los requerimientos, mediante acuerdos publicados en el Diario Oficial de la Federación", afirmó a finales del mes pasado.

Manuel Haces, de NIC México, hizo un llamado a que los lineamientos que se publiquen no afecten el desarrollo del ecosistema de Internet.

"En todas las particularidades de los lineamientos hay muchos matices y las pláticas se están dando en este momento, ojalá que estos temas se discutan y la mesa de cooperación con las autoridades sean de las más concurridas en los Diálogos sobre Gobernanza porque es un tema que nos compete a todos", dijo.