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miércoles, 2 de diciembre de 2015

Reforma educativa, éxitos de saliva



Observo un anuncio de la Secretaría de Educación Pública (SEP) en el que aparece una mujer joven, digamos de unos cuarenta años, que parece ser una maestra. Mira a la cámara y esboza una sonrisa amable. Tiene frente a sí, sobre una mesa de trabajo un libro o un cuaderno o un expediente. La imagen pretende dar la idea de que la retratada está leyendo o estudiando o consultando algo. Abajo a la izquierda aparece un breve texto: “La reforma educativa hoy comienza a dar resultados con mejores maestros”. Un poco más abajo, en letras de menor tamaño, un link o liga: www.gob.mx/evaluaciondocente

Con esa bonita imagen y con ese guebeliano microtexto el licenciado Aurelio Nuño Mayer, secretario de Educación Pública de Enrique Peña Nieto, pretende convencer al observador del éxito de sus esfuerzos en pro de una fantasmagórica reforma educativa que ya, rapidito, ha formado mejores maestros.

Nótese: antes de la reforma de Nuño los maestros eran buenos, pero ahora, tras unas cuantas semanas de trabajo, los maestros son mejores. Habrá quien diga, desde luego, que no son semanas, sino al menos casi medio sexenio de labores reformadoras. Pero tal afirmación sería una falsedad, porque el antecesor de Aurelio Nuño, Emilio Chuayffet, sólo se dedicó durante ese trienio a la disipación y a la holganza, lo que condujo a su despido del alto y bien remunerado cargo.

Pero bueno: unas cuantas semanas o tres años el balance es el mismo: una mal diseñada y accidentada evaluación de los profesores. Esa evaluación, desde luego, sólo sería el primer paso en el propósito de hacer de buenos maestros mejores maestros. Luego, una vez sabiendo el nivel real de preparación de los buenos profesores, habría que diseñar programas, cursos, materiales y nuevas evaluaciones para, ahora sí, mejorar la buena preparación de los evaluados.

Sin embargo, el licenciado Nuño nos está diciendo que con su fantasiosa reforma ya tenemos mejores maestros. ¿Cómo le hizo? ¿Fue arte de magia? ¿O, como diría Cervantes, fue por arte de birlibirloque? ¿Se logra convertir a buenos maestros en mejores maestros nada más con una deficiente y accidentada evaluación? Si este es el caso, el licenciado Nuño no sólo se merece trabajar en el escritorio que fue del brillante aunque muy reaccionario intelectual José Vasconcelos, del poeta Jaime Torres Bodet y del novelista Agustín Yáñez. Merece, además, ser presidente de la república o secretario general de las Naciones Unidas, pues se trata de un hombre capaz de obrar maravillas (aunque sólo sean de saliva).

¿Para qué elaborar programas de estudio y de capacitación? ¿Para qué molestarse en capacitar a buenos maestros si con una simple y mala evaluación se consigue tener mejores maestros? ¿Para qué gastar toneladas de billetes en diseñar programas y cursos de capacitación si el objetivo ya está conseguido?

¿Será capaz el licenciado Nuño de entender la flagrante contradicción de su mensaje publicitario o, mejor dicho, puramente propagandístico? ¿No tendrá en su nómina a algún buen asesor que pueda decirle: “señor: estamos haciendo puras tonterías”?

¿Será capaz el licenciado Nuño de aprobar la evaluación que de su trabajo está haciendo el licenciado Manlio Fabio Beltrones, presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI), organización que deberá, por órdenes superiores, postular a Nuño candidato a la Presidencia de la República?

¿Creerá el licenciado Nuño que con pura saliva y tinta y no con trabajo y buenos resultados va a ganarse la candidatura presidencial?

Blog del autor: www.economíaypoliticahoy.wordpress.com

lunes, 7 de septiembre de 2015

La reforma educativa está muerta



La reforma educativa está muerta

Miguel Ángel Ferrer

El sexenio de Enrique Peña Nieto ha cumplido ya tres años. Y a la mitad del camino el balance no es halagüeño: inflación, devaluación del peso, caída en la producción, inseguridad creciente, violencia desbordada, dominio de los cárteles de la droga en vastas zonas del país, desempleo imbatible y al alza, descrédito del gobierno, enojo empresarial y una amplia sensación social de malos tiempos.
Objetiva y subjetivamente México está viviendo una época de vacas flacas, situación económica innegable que se ve agravada por un clima de violencia e inseguridad sociales. Esta perversa combinación ha ido generando a lo largo del trienio un sentimiento de frustración presente en todas las clases sociales. Y ese sentimiento generalizado de frustración se ha agudizado con las evidencias de una crisis económica internacional que agrava la situación económica interna.

Quedaron atrás las esperanzas de mejoría generadas con la vuelta del PRI (Partido Revolucionario Institucional) a la Presidencia de la República. Y también generadas por las promesas de pronto bienestar que traerían unas supuestas “reformas estructurales” que, consolidadas legalmente, no se han hecho realidad.

Y los ejemplos saltan a la vista, desbordando el optimista y complaciente discurso oficial. La llamada reforma educativa se ha quedado en el papel. No aterriza y no puede aterrizar. Y no puede hacerlo porque no ha logrado concitar el entusiasmo de los maestros. Y sin el entusiasmo y concurso de los profesores no hay ni habrá éxito posible.

Más aún: no sólo no hay entusiasmo; hay oposición. Y oposición combativa, beligerante, ruidosa, organizada. Y si a lo largo de tres años la reforma educativa no ha logrado ser materializada, así fuera en un pequeño porcentaje, es claro que menos podrá avanzar en la parte del sexenio en la que poco a poco pero indefectiblemente va reduciéndose el poder real del Presidente de la República. ¿Y hace falta mucha inteligencia para entender que cuando merma el poder de una de las partes de un conflicto tiende a acrecentarse el poder de la otra?

¿Y hace falta mucha inteligencia para percatarse que la principal fuerza opositora a la llamada reforma educativa, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), no ha sufrido merma en su fuerza y que se encuentra viva y actuante, pese a la inmensa y prolongada campaña mediática oficial para desprestigiarla, inmovilizarla, disminuirla y derrotarla?

El relevo en la titularidad de la Secretaría de Educación Pública (SEP) no abona en beneficio de los afanes reformadores. Al contrario: los limita. El nuevo secretario, Aurelio Nuño, ha entrado automáticamente a la lista de aspirantes a la candidatura presidencial priista. Y ha de estar más interesado en trabajar políticamente esa posibilidad que en embarcarse en una aventura que tiene todos los visos de terminar en catástrofe.

¿Estará dispuesto Aurelio Nuño a impulsar el cadáver de la reforma por medio de métodos autoritarios, violentos y represivos, sabiendo como sabe que esa vía pondría en peligro mayor sus aspiraciones presidenciales?

Y ya sabe, además, que en ese propósito no contaría con el apoyo de los otros aspirantes presidenciales: Beltrones, Osorio, Videgaray y Meade, por mencionar a los más visibles. Y ya sabe que más bien será al contrario: zancadillas, intrigas palaciegas, negativa de recursos, malos consejos, provocaciones, campañas mediáticas destructivas.

Como se ve, la reforma educativa está muerta, aunque el maquillado cadáver muestre algún hálito de vida artificial. Y si, como dicen, Aurelio Nuño, es un hombre inteligente, muy pronto comprenderá que, como se dice popularmente, lo mandaron a la guerra sin fusil.

Blog del autor: www.miguelangelferrer-mentor